jueves, 14 de febrero de 2008

Provincia tomada (I)

Provincia tomada (I)

ONDA BALESTRINI:
Por instrucción de Kirchner,
es el próximo hombre fuerte.

Pampuro (modo de uso)

El estrellato del senador Pampuro, alias El Pepe, mantuvo el atributo de la fugacidad.
Trátase del crédito del Portal. Por su condición invalorable de ganador del Torneo “Tweety Carrario”. Edición Apertura, 2006.
A Pampuro, sin embargo, lo empomaron. Porque Kirchner lo utilizó para después descartarlo. Al arrojar, a Lavagna, hacia el cesto de la historia.
Repasemos. Fue el Pepe quien, inspirado en su sagacidad de intermediador, impulsó aquel fenomenal salto en garrocha de Lavagna.
Gracias al envión, Lavagna saltó. Con el vértigo del vacío, como destino final.
Lavagna clavó la garrocha en Saavedra, a los efectos de elevarse, admirablemente, pese a sus 65 años. Hasta caer en los jardines de Olivos.
A Lavagna le pasó lo mismo que a los exiliados de la novela “El otoño del Patriarca”, de García Márquez. Con su aspecto primaveral, de desocupado en banda, Kirchner, el Patriarca, recibió al derrotado Lavagna. Para desconsuelo del Alberto Fernández, que sólo casualmente no se enteró por el Clarín.
El Patriarca consiguió despojarle a Lavagna, en un truco de tahures, el pequeño caudal acumulado. A cambio del caramelo de madera de una fotografía para especulaciones. Y el protagonismo garantizado entre los comentaristas de la oposición.

Tiempos de reestructuración del peronismo a la carta.
Desde antes del salto de Lavagna, Pampuro venía agrandado. Inflado con levadura triunfal. Por los efectos secundarios de la desarticulación, en Lanús, de Quindimil. El trunco ex-pariente. El suegro que no pudo ser.
Pero Pampuro no supo, infortunadamente, aprovechar aquellos quince minutos de gloria. Aunque fue entrevistado por los miembros estables de “A dos voces”. O por el canónico Morales Solá.
Tampoco Pampuro se atrevió a sostener la tradición organizativa de los congresos peronistas, minuciosamente predigeridos. Confeccionados a medida, por lo general, en Lanús. Podía haberse asignado el rol de anfitrión.
Gargantas del pecaminoso Hotel Intercontinental, el paraíso de las trampas, indican que Pampuro, al mejor estilo Kirchner, arrugó.
Entonces el Congreso enlatado del peronismo bonaerense brindará su función de gala el próximo 22 de febrero, en la localidad casi homónima. Tres de Febrero, los pagos de Curto, el incipiente Zurdito. Caudillo de los pocos feudos carentes de riesgos, enclavado en la Primera Sección electoral.

Hotel Intercontinental

En su condición de armador, El Chueco, alias Mazzón, presenta mayores similitudes con el sigiloso Coti Nosiglia, que con el popularmente desenvuelto Julio Mera Figueroa.
Gargantas del hotel de los amantes furtivos señalan que El Chueco se dedica a caminar el territorio, sustancialmente complejo, de la provincia de Buenos Aires. La provincia tomada.
Con frecuencia, Mazzón recorre los distritos desde un reservado del Intercontinental. Puntea congresales, baraja selectivamente referentes, con una indicación precisa. La instrucción es de Kirchner. Cerrar filas detrás del compañero Balestrini. El nuevo hombre fuerte, hoy vicegobernador.

Fierros

Por una cuestión elemental de acumulación de fierros, se imponen, otra vez, las estructuras del conurbano. O lo que queda de ellas, en pie. Vuelven a postergarse, en todo caso, a los peronistas melancólicos de las ciudades.
Para la traducción. Se desmorona la ilusión de Díaz Bancalari, que se disponía a coronarse con la continuidad. Díaz Bancalari, alias El Mono, es otro flamante Zurdito que carga con fallas de origen. Como la de nacer, por ejemplo, en San Nicolás, los pagos de Ginés y, sobre todo, del Picca Benedictini, el Pensador de la Toscana.
Por similares explicaciones geográficas también se desmoronó, en su momento, la aspiración de liderazgo de Florencio Randazzo, del enclave subalterno de Chivilcoy.

Ocurre que el peronismo bonaerense se encuentra también tomado, por las estructuras dominantes del conurbano. Representan, se ufanan, el 50 por ciento del peronismo del país.
Por lo tanto poco importa esgrimir que Perón haya sido oriundo de Lobos.
O Evita, sin ir más lejos, de Los Toldos. Donde pomposamente inauguraron, en el papelón de un homenaje, la reconstrucción de una casa equivocada. En la que Evita nunca vivió. Cuenta que a la hermana la llevaron para emocionarse en la ceremonia. Y que dijo: “Esta no es mi casa”. Mientras tanto, la funcionaria parienta, la hacía callar.

La provincia, en cambio, se encuentra literalmente tomada por las fuerzas excesivamente vivas del delito. Gran parte de la responsabilidad, por la toma, es del peronismo.
Para rescatar a la provincia tomada resultan insuficientes, hasta hoy, los discursos. Y las buenas intenciones de Scioli, el rehén, líder de la Línea Aire y Sol.
Tema específico de próximo despacho.

Tambores de chequeras

La hegemonía del suburbio mantiene la crueldad tácita de las reglas nunca escritas.
El que pierde, en el peronismo, fue.
Aunque se trate de un funcionario indispensable. “Fue”. Hasta que recupere el control territorial.
Un caso emblemático lo brinda el hoy imprescindible Aníbal Fernández.
Su cuadro, Villordo, perdió en Quilmes. Contra el Barba Gutiérrez, que disponía del simultáneo apoyo del gobierno que Aníbal, políticamente, representaba. En el más alto nivel.
Otros caudillos, sin ser funcionarios, ni registrar mayor peso en la balanza, deben aventurarse en la senda del retroceso. Exponentes culturales de la extinguida civilización duhaldista. Los que formalmente, para sobrevivir, no presentaban reparos para integrarse a la iniquidad humillante del kirchnerismo.
Son los clanes familiares de Arcuri, el compañero Pelado y la compañera Brígida. O los Rodríguez, matrimonio e hija. O el legendario don Manuel Quindimil, al que hoy cualquier ingrato se le anima. O Villaverde. Caciques destronados a los que les birlaron, impiadosamente, la mayoría de los indios. Los que sólo suelen conmoverse, mayoritariamente, ante los tambores de las chequeras.

Mesas

Para sentarse, ante las mesas del poder, los caudillos, previamente, tienen que mantenerse en pie.
Los volteados, aunque sean volteados transitorios, no se pueden sentar.
De la Tercera Sección, por ejemplo, quedan en pie severos baluartes, como Balestrini, de La Matanza. El vicegobernador es, en términos de peronismo, infinitamente más importante que el gobernador.
Porque el pobre Scioli, titán de la Línea Aire y Sol, en el esquema que arma Kirchner, desde Puerto Grosso, mantiene una gravitación equiparable a la del Ministro Stornelli en el campo de la seguridad.
Conste que a Balestrini, el caudillo del comisario, los Kirchner no pudieron armarle, siquiera, la travesura de las colectoras. Suicidio metodológico que sirvió para arrebatarles comunas a los caudillos tomados. Impotentes que apoyaban a los Kirchner, quienes sistemáticamente movilizaban el objetivo de desplazarlos.
Junto a Balestrini, persisten, en pie, otros caudillos, ágiles en materia de deslizamientos, de la Tercera. Como Mussi, por ejemplo, de Berazategui. O Álvarez, de Avellaneda, que recuperó su territorio al desalojar a Laborde, el kirchnerista que busca refugio en la cancillería. O Pereira, de Florencio Varela. Tal vez el único que aún escucha, con atisbos de desgano, a Kunkel.
Y subsisten aún los sobrios caudillos de la Primera. Definitivamente resignados a la pérdida de Morón, o de Almirante Brown. Relativos exponentes del progresismo como Curto, que actuará de local en el próximo Congreso del Peronismo Enlatado. O dos innovadores del bolivarianismo medular. Seres capciosamente rescatables como Cariglino. O el Gordo Ishi, de José C. Paz, el cristinista de la penúltima hora.

Oberdán Rocamora
Continuará
Manténgase conectado.

La Jefa

La Jefa

por Carolina Mantegari,
de Consultora Oximoron,
para JorgeAsísDigital.

Suele irritar, a Elisa Carrió, que no se la reconozca como Jefa de la Oposición.
Categoría nobiliaria. Rol honorable. Que la señora supone, naturalmente, merecer. Basamentada en la razón, democráticamente matemática, de haber salido segunda, en las elecciones.
Carrió perdió, previsiblemente, con Cristina. Pero para ella, lo más gravitante es que se impuso sobre Lavagna. Según su interpretación, un “impostor” que claudicó.
Al claudicar el tercero, y al desvanecerse el cuarto en internismos domésticos, ella, la segunda, se queda sola.
Sin embargo, Carrió se impuso, especialmente, sobre Macri.
Aunque Macri, oficialmente, no haya participado de la compulsa.
Cabe consignar que Macri tampoco mantiene el menor interés de disputarle, a Carrió, el título nobiliario. Tiene que dedicarse a la gestión. Por influencia intelectual, probablemente, del pensador Jaime Durán Barba. Al que llaman, las huestes del PRO, El Equeco.
Entonces, para Macri, que sea nomás Carrió la Jefa de la Oposición.

Para ser la Jefa, Carrió debería saberse legitimada por la compleja conjunción de los subordinados eventuales. El heterogéneo mosaico sociocultural que presenta reticencias hacia la hegemonía de los Kirchner. Un mosaico compuesto por políticos desconcertados, mal posicionados, desertificados de ideas, y que no pueden, insensiblemente, inclinarse ante el rigor científico de las matemáticas.
Prefieren recurrir, en cambio, hacia las virtudes humanísticas de la lógica.
Debe aceptarse, por lo tanto, que Carrió representa, incuestionablemente, la voz más poderosamente potente de la resistencia al Sistema Recaudatorio de Acumulación que propone el kirchnerismo.
Sin embargo la aceptación tampoco basta para brindarle, a Carrió, la categoría de Jefa.
Incluso en la vertiente más irresponsable, el reconocimiento del arrojo resulta insuficiente para que el conglomerado de la resistencia, aún en su desconcierto, la acompañe a Carrió, mayoritariamente, en la aventura del liderazgo.

C.M.
Consultora Oximoron,
Copyright by JorgeAsísDigital,
permitida reproducción sin citación de fuente.

martes, 5 de febrero de 2008

MAREMOTO EN EL FLORERO

Kircher hace política.
El Resto comenta.

MAREMOTO EN EL FLORERO
(dos)

Sólo Kirchner, el Presidente Real, se encuentra habilitado para hacer política.
El “Resto del Mundo”, apenas, puede comentar.

Plancha gestionaria
Los referentes sustanciales, de peso institucionalmente relativo, por disposición de Kirchner, deben entregarse al abatimiento de la Plancha Gestionaria.
En esta fila puede verse, en primer lugar, a Macri.
Emerge agobiado, el pobre, por la problemática municipal.
Le pesa el rol desperdiciado de principal opositor. El que le asignó, equívocamente, la sociedad.
Macri prefiere ser punto. Y ceder el sabó, para que sea banca, al cuadro solitariamente más viril. La señora Carrió.

Vejado frecuente
Más allá de Macri se distingue, en el segundo lugar, entre los abatidos, la sonrisa de Scioli. "Naturalmente forzada", para intentar un oximoron.
El titular de la línea Aire y Sol, Scioli, mantiene el rostro, artificialmente distraído, del perro al que le hacen, compulsivamente, el amor.
El lider del peronismo motonáutico es un vejado frecuente.
Sin embargo, las sucesivas vejaciones le otorgaron la legitimidad que usufructua. Le sirvieron para llegar a ser gobernador. Y también para acotarlo.
No obstante, Scioli exhibe el saludable vigor de la digestión blindada. A prueba de los sapos vivos que se traga para el desayuno. Como el de Lavagna. Junto a la pastafrola proverbial.

Reivindicación moral del Brigadier
Asoma, en el tercer lugar, la Presidente Delegada.
A la señora Cristina hay que compadecerla. Se encuentra relegada, con crueldad básicamente conyugal, al plano protocolar. Tristemente lateralizada. Como primera voz del coro estable. Pero con pocos solos. No puede lucir entre tanta opacidad.
En materia de protagonismo, la Presidente Delegada despierta, incluso, severos deseos de reclamar por ella. “!Aparición con vida!”. Y rescatarla de la estrategia del “culpable”.
En cierto modo, Cristina y Scioli presentan, si no vidas paralelas, escenografías parcialmente equiparables.
Porque Kirchner, el Presidente Real, le supo brindar, a la Presidente Delegada, idéntica legitimidad para llegar. Y la simultánea acotación que la inmobiliza, hasta extraviarse, la pobre, en el cuadro.
Si alguna vez decide diferenciarse, si aspira a gobernar según su criterio, la Presidente Delegada no tendrá otra alternativa que imitar aquel ejemplo liminar del inmanente antecesor, Menem. Y convocar al providencial Brigadier Antonietti. Para que brinde, otra vez, el máximo servicio. La actuación que supo patrióticamente ofrendar, en medio del apasionado ridículo, a Menem. La sociedad, en bloque, debiera entonces suplicarle al Brigadier Antonietti:
“¡Otra! ¡Otra!”
Binner, con su nostalgia infinita de santafesino lánguido, completa la fila de los gestores, prolijamente destacados. Seguido por el irremediable amontonamiento de la clamorosa etcétera. Das Neves, Alperovich, Gioja.

kirchnerdependencia
El Resto del Mundo debe conformarse con la pasividad del comentario.
Se asiste a un oficialismo de vocacionales aduladores. Transversales, concertados, ahora cautivados por el súbito "pejotismo".
Y se asiste a una oposición conformada por analistas. Profesionales del presupuesto, que parecen más preparados, en realidad, para competir con el profesor Grondona, que para atreverse a disputar el poder.
Una de dos: en la Argentina se está a favor de Kirchner, o en contra de Kirchner.
Hablar de política, en la Argentina, significa hablar, exclusivamente, de Kirchner.
Para analizar los movimientos que la Kirchnerdependencia dispone.
Desde las oficinas estratégicas de Puerto Grosso. Sede, en definitiva, del poder real.
O desde la residencia bipresidencial de Olivos. Donde el Presidente Real convive con la otra dependiente, la Presidente Delegada. Su “Camporita” conyugal. Convertida, en la práctica, en la colérica Tía secundaria. Hasta que pueda juntar fuerzas espiritualmente suficientes como para recurrir a los servicios morales, próximamente indispensables, del Brigadier Antonietti.

Segundo maremoto
Precisamente fue en los jardines de Olivos, y no en Puerto Grosso, donde Kirchner sorprendió con la última vejación mediática. Estruendosa, pero estructuralmente inofensiva.
Sin embargo la vejación mantiene, en tensionado vilo, a la conjunción multitudinaria de competidores de Grondona y Silvestre.
Cuando Lavagna, después de ser despedido como una doméstica, por Kirchner, decidió postularse como candidato presidencial. Para desatar el primer “maremoto en un florero”.
Fueron palabras del Portal. Alabadas, Señor.
Ahora Lavagna vuelve a desatar un segundo maremoto, aunque en un florero escatológicamente desvencijado. Fue después de la previsible derrota, como mascarón de proa de los radicales, frecuentemente desairables, con la estrategia a la deriva.
Por consiguiente Lavagna decide, con pragmática inteligencia e indiferente recato, desairar a los correligionarios y entregarse, emblemáticamente, a Kirchner. Con la utilitaria máscara de la identidad peronista.
Es piadosamente comprensible la fastuosa capitulación.
Después de todo Lavagna, como la clase obrera, en versión Marx, nada tenía para perder. Ni siquiera su fuerza de trabajo.
En realidad Lavagna se encontraba, como se decía en Villa Ortuzar, en condiciones de “sacar la silla a la vereda”. Para sentarse “al fresco”. Y comentar, junto a otros desplazados, lo que sale en el “Clarín”.
En cambio, con el valiente movimiento claudicatorio, Lavagna reaparece, de pronto, en la portada de Clarín. Otra vez el maremoto. Lavagna en la plenitud del primer plano. Logró desplazar, del centro de la atención, el atropello trágico del Gaby Alvárez.
La cuestión que Lavagna está, de nuevo, en la proximidad de las decisiones. Con el aval, poderosamente intrascendente, de Duhalde.
El Piloto de Tormentas conserva, en el fondo, menos juego propio que Lavagna. A pesar de la rutina seca de los amagues del retorno. En los que ya no cree ni Verdi, ni Toledo. Menos aún, por supuesto, la señora Chiche.

Desaire
Un cigarrillo, y la continuidad de un nuevo desaire, nunca debe negársele a ningún radical.
La credibilidad de Lavagna, paulatinamente, se desmorona. Hasta alcanzar los escombros del prestigio.
Sin embargo el olvido suele ser pausadamente sabio. Atenua, con su polvareda, cualquier adversidad. Lo importante es que, a través del segundo maremoto, Lavagna logró introducirse en el bolillero. En adelante, su bolilla, en cualquier momento puede salir. Con el cuento inútil de la reorganización del PJ, puede esperarse una recomposición del gobierno. Según nuestras fuentes, en marzo.
Palabra del Portal. Alabadas, en el Blog.

Oberdán Rocamora
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